Tiemblo de solo pensar el relato que estoy por escribir, los recuerdos me perturban, me inmovilizan, apenas si logro mover lentamente los dedos sobre el teclado.
Una noche calurosa en Puerto Príncipe, Haití, el aire comenzó a inundarse de un olor putrefacto, como por arte de magia, la gente rápidamente se metió en sus casas, al unísono se escucharon las trabas de las puertas y ventanas, las luces de las casas se apagaron y en la calle, las pocas lámparas existentes, comenzaron a alumbrar más débilmente de lo que lo hacían en situaciones normales.
Los perros y los gatos se pusieron nerviosos, recordé entonces que ellos podían sentir la presencia de la muerte, algo raro estaba pasando pero yo era solo un turista, un ocasional y mediocre turista. Ya que mi destino real era La República Dominicana.
De pronto unas sombras aparecieron bajo la luz de un farol en la esquina mas cercana al mercado central, caminaban hacia mi arrastrando los pies, perdiendo los brazos y hablando de forma totalmente ininteligible, sin abrir la boca para esbozar los sonidos, “Asturianos” pensé… y la alegría de compartir un “culín de sidra” entre amigos me tranquilizo un momento. Cuando los tenía a 30 metros aproximadamente desde una ventana me gritaron… “corra, ¡son Zombis! Están sometidos a la voluntad de un ser maligno que los devolvió a la vida…”. Con mi mejor cara de asombro mire hacia la ventana verde y despintada y explique…. “No, hombre… ¡son Asturianos no Catalanes!”. Analfabeto… este no sabe que estos no votan a ERC. – murmure-.
“Corra Fucking turista… los zombis se alimentan de cerebros”. El miedo recurrió mi cuerpo y di dos zancadas hacia tras tratando de alejarme, para mi sorpresa, a mis espaldas había mas muñecos y mas cerca que los anteriores, la calle estaba sembrada de miembros humanos desprendidos y el olor, era cada vez mas insoportable. No tenía tiempo, estaban sobre mí, lentos, feos y hambrientos… uno de ellos mi miró fijo y dijo “cerebro”, lo empuje con todas mi fuerzas calculando que al caer derribara a un par de amigos suyos, comencé a correr con todas mis fuerzas rumbo al centro… “no mires para atrás tumbadito” me repetía constantemente.
Mi cara de susto era tal que nadie accedía a abrirme la puerta de su casa pensando que era uno de ellos… mis gritos de auxilio eran ignorados por los lugareños, y cada vez estaba más cercado, más cansado y asustado, comencé a pensar que se acercaba la muerte de un grande, que Tumbadito había llegado a su fin, “pensá” me repetía, “pensá boludo, no podes darles de comer a estos tipos un cerebro sin usar, por lo menos que este gastado”… y justo en ese momento si hizo la luz…
El que piense que esa luz era Dios, se equivoca, a no ser que Dios haya firmado un contrato publicitario con “El Corte Inglés”, con todas mis fuerzas traspase el vidrio de la puerta principal, como decirlo… me hice mierda. Mal herido me levante y busque la primera planta, “quieren cerebros… quieren cerebros”. Agarré una par de prendas y me las puse, volví a la planta baja, me arregle, me puse perfume, respire hondo y salí a la calle demostrando mi valentía.
Caminé firme, los zombis se abrían a mi paso, me ignoraban, deje de existir para esos cazadores insaciables de cerebros.
Encendí un cigarrillo, para un taxi y dije suavemente… Al Hotel Chelo por favor… El chofer se dio vuelta y dijo “cerebro…”. Me miró, la desilusión se reflejó en su cara, “vamos allá dijo…”. Y deje la ciudad. Intacto como había llegado, disfrazado de mujer.
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2 comentarios:
Que malo xD
XD XD XD, que buena!!!!, ahoraen verso y sin usar la a :P
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